Skip to main content

Imagen: Lionel Messi durante su último partido oficial en Argentina contra Venezuela (The Mirror, 2025).

Suena el despertador a las 07:30 y cuando apago la alarma veo en mi teléfono: «Argentina 3 – Venezuela 0». Messi hizo dos goles en su último partido oficial jugando como local.

Pienso en ese final que se acerca, pero también pienso que si hubiera estado en Argentina no me hubiera perdido ese partido. Lo hubiera visto con mis amigas, con unas empanadas¹ o una picada², gritando los goles.

Acá es distinto. El partido fue de madrugada. Mis amigas están lejos. Y hasta las empanadas parecen más difíciles de conseguir. De pronto, el final de Messi se me hace más triste… y menos propio. Porque estoy lejos.

No lo sabía antes de venir, pero lo aprendí al poco tiempo de llegar a Valencia: el duelo migratorio se mete en los lugares más insospechados.

Migrar no es solo mudarse, es también despedirse. A veces de golpe, a veces en pequeñas dosis: del olor a pan de tu panadería de siempre, del sonido del colectivo³ que pasa por tu calle, de la rutina con amigos.

Y a la vez, migrar es un acto cargado de coraje y de esperanza. Pero entre lo que se deja y lo que se busca, aparece ese hueco difícil de nombrar: el duelo migratorio.

Acompañar el duelo sin luchar contra él

Como psicóloga argentina viviendo en Valencia, pero también como migrante, aprendí que el duelo migratorio no se «supera» cerrando etapas, sino que se acompaña y se transforma. Y en mi espacio de terapia online y presencial, trabajo estas claves con mis pacientes, que a mí también me sirvieron:

  • Darse permiso para sentir: La nostalgia, la tristeza o la bronca no son enemigas. Negarlas no las hace desaparecer. Permitirte sentirlas abre espacio para seguir adelante.
  • Observar los pensamientos sin creerlos del todo: Ese “ya no pertenezco” puede doler mucho, pero no define quién sos. Es un pensamiento, no toda tu identidad.
  • Anclar en el presente: A veces ayuda detenerse a mirar lo que sí está hoy disponible. Un nuevo barrio, un nuevo sabor, nuevas personas en tu vida.
  • Recordar por qué viniste: Conectar con los valores detrás de tu decisión. Tal vez buscabas seguridad, crecimiento, aventura, o darle más oportunidades a tu familia. Ese sentido sigue estando ahí.
  • Dar pequeños pasos: Aunque cueste, acercarse a lo que importa. Aprender el idioma, integrarse a una comunidad, mantener un ritual de tu cultura de origen. Cada paso cuenta.

Entre lo que se extraña y lo que se descubre

El duelo migratorio no desaparece del todo. Más bien se convierte en un puente. Una manera de llevar dentro lo que quedó atrás, mientras se aprende a habitar lo nuevo. Hoy sigo extrañando las empanadas¹, pero también aprendí a disfrutar una horchata en la playa. Y no es lo mismo, claro. Pero es distinto y también tiene valor.

¿Estás transitando un duelo migratorio?

Si estás viviendo un proceso migratorio y sentís que el peso es demasiado, quiero que sepas que no tenés por qué transitarlo solo. En mi espacio como psicóloga en Valencia, acompaño a personas que, como yo, buscan nuevas formas de habitar esta experiencia.

Si te sientes identificada, te invito a agendar una primera sesión gratuita para conocernos. Estoy acá para acompañarte en este camino.

Guía rápida para entender a una argentina hablando 

¹ Empanadas: sí, existen en muchos países, pero las argentinas son especiales: masa rellena de carne (o pollo, humita, jamón y queso…), con el clásico repulgue y, claro, discusiones eternas sobre si van con pasas o sin pasas. Algo así como las croquetas en España: todos las conocen, pero cada familia discute cuál es la receta “de verdad”.

² Picada: no, no es que alguien te haya pinchado con algo. En Argentina es la manera más feliz de juntar quesos, fiambres, aceitunas y pan en una mesa para compartir entre varias personas. Vendría a ser nuestra versión de las tapas… pero todas juntas al mismo tiempo.

³ Colectivo: no es un grupo de gente, ni un proyecto artístico. En Argentina es simplemente… el autobús. Sí, ese mismo que en Valencia llamarías “el urbano” o “la EMT”.

Imagen: Lionel Messi durante su último partido oficial en Argentina vs. Venezuela (Clarín, 2025).